RESUMEN DEL LIBRO POR CAPÍTULOS
Mi nombre es Javier, tengo 12 años. Mis padres decidieron inscribirme en el Instituto Educativo 1 de Marzo debido a ofertas de trabajo. Siempre he usado la ropa de mi hermano José, ya que ambos fuimos matriculados en distintos colegios. En mi primer día de clases, pregunté a mi maestra por qué la institución se llamaba así. Me explicó que era en honor al bisabuelo del rector Seco. Durante el camino al colegio, me encontré con señaléticas que indicaban ciertos lugares. Saludé a la profesora Consuelo, a quien prefieren llamar Chelito por cariño. Durante la primera hora, la maestra presentó a dos compañeritos. La primera en hablar fue Isabel. Cuando llegó mi turno, me quedé callado porque no sabía qué decir. Isabel me sugirió en voz baja que dijera "segundo hogar" cuando la maestra me preguntará. Nadie se ofreció a compartir asiento con nosotros, excepto Isabel.
En el recreo, fui al baño siguiendo las indicaciones de una niña, pero terminé ingresando al baño de mujeres por error, lo que causó una hemorragia cuando frente al espejo vi a la niña más hermosa del mundo, cerrando la puerta sobre mi nariz. En la enfermería, la maestra preguntó sobre lo sucedido y, al explicarle, la agresora que era una compañera mía dijo frente a todos de haber inventado la historia. La jornada terminó y, al llegar a casa, mamá me preguntó por las manchas en mi ropa, sugiriendo que me lavara todo el cuerpo y las corvas. Mientras me bañaba, temí que mamá revisara mis testículos, pero descubrí que las corvas no provenían de esa parte.
CAPÍTULO II ÁNGELES
Al día siguiente,
noté que mi rostro estaba hinchado. Mi madre había aplicado algunas
recetas caseras, pero no logró curarme. Aun así, debía ir al colegio, al
llegar me sorprendí de mis compañeros, saludándome como si fuera un héroe y mostraron preocupación por mi salud. Esto
era un gran cambio desde el primer día de clases, cuando todos permanecían en
silencio.
La profesora
Chelito indicó que tomáramos nuestros asientos, mientras observé a la chica que
me gustaba sentada a un lado, sintiendo una flecha en el corazón, como si
Cupido estuviera cerca. Más tarde, Isabel me entregó una carta de Ángeles, donde había escrito: "Te tengo en mis manos, TONTO", alarmado por el
peligro, le dije a la maestra que necesitaba ir a la enfermería por analgésicos como excusa, pero ella ordenó que Ángeles me acompañara.
Una vez fuera del
aula, le pregunto si pensaba delatarme, asegurando que no me involucraría en
problemas. Pero al regresar, Ángeles reveló el incidente, acusándome
de entrar al baño de mujeres, no podía
creer lo que estaba escuchando, será mejor que tengas una disculpa convincente
ante esta denuncia, este segundo día de clases, podría ser el último,
anunció la maestra.
Cuando estaba a
punto de hablar, Isabel intervino con un plan ingenioso, relató que mientras
estábamos en el jardín, Javier recibió un pelotazo en la nariz, yo lo acompañé
al baño más cercano para que se limpiara, sin percatarnos que era el baño de
mujeres. Chelito recuperó su color en el rostro y me pidió familiarizarme con los baños de hombres para evitar problemas.
Agradecí a Isabel por su ayuda, revelándole toda la verdad excepto el flechazo que sentí al ver por primera vez a Ángeles. Durante el recreo, nos sentamos juntos bajo el limonero, donde me preguntó sobre el cambio de colegio, a qué se dedicaba mi papá, entre otras cosas. De la misma manera, comencé a preguntarle sobre sus padres. Isabel me confiesa que prefiere el fútbol como su primera opción, pero detesta a los periodistas en las canchas de tierra y las promesas. Los días pasaron y mi nariz mejoró. Seguí conversando con Isabel hasta que Ángeles apareció para disculparse, ofreciéndome su amistad e invitarme a una fiesta de pijamas en su casa.
Al regresar a
casa, le conté a mí hermano, diciéndome: ella se muere por ti. Llegó el sábado
y le pedí que me asesorará. En la fiesta me sorprendí al descubrir que era el
único en pijama, dándome cuenta de que Ángeles había planeado hacerme quedar
como un tonto.
El lunes, todos ya
sabían lo ridículo que había sido. La profesora Chelito anunció que debíamos
asistir a las actividades extracurriculares los miércoles y jueves hasta el
final del año. Me inscribí en canto junto a Isabel, pero luego cambié a teatro
y finalmente a danza, donde fui pareja de baile de Pau. Le pedí a Isabel que me
enseñara a bailar, contándole: creo que Pau está enamorada de mí, ella
protestó, cuando le dije tú no sabes nada del amor y se marchó con lágrimas en
los ojos.
CAPÍTULO IV EL AMOR
Fue un martes
cuando Pau me pidió quedarme con ella después de clases, con un beso en la
mejilla. Se escuchó el timbre, ya era una semana que no hablaba con Isabel. La
profesora pidió sacar una hoja, sin pensar que era una evaluación, cuando se
terminó el tiempo, Isabel me pidió que colocará mi nombre; comunicándome que
había escrito por mí.
La clase de baile terminó,
Pau y yo nos dirigimos hacia el estacionamiento. Pensé en besarla, pero escuché
el auto de mamá, diciéndome Pau que le presentara a su hermano. En los días
siguientes, arreglamos las cosas con Isabel, contándole que Cupido es un
murciélago, mientras me dirigía a la cancha, Ángeles preguntó si era verdad que
Pau es mi novia, respondiéndole que solo éramos amigos, cuando uno de sus
pretendientes me golpeó en la nariz. Acudí rápidamente a la enfermería, donde
encontré a Isabel con una herida en los labios.
Al día siguiente,
caminaba con un yeso en la cara, alejándome de Ángeles. Junto con Isabel, reíamos
por no poder hablar. De repente, Chelito anuncia que Matilde, tía del
licenciado Seco de Expresión Escrita, será nuestra maestra por unos días.
En el primer día
de clases, la maestra ordenó que escribiéramos sobre el amor con el título
"Para mí, el amor es...". Interrogué a Isabel si conocía a Cupido, respondiéndome
que era un ángel, mientras hablábamos del amor, nos besamos, sin saber qué
pasaría si ese fuera el final.
CAPÍTULO V EL FINAL
Continúe con la historia de que la gente,
piensa que su primer beso ocurre en ambientes mágicos, siendo parte yo de un momento
más complicado al besarme por primera vez con una chica de labios rotos y un
hombre con la nariz enyesada, convirtiendo así el beso en algo más hermoso,
rodeado de varias expresiones como “ay” y “auch” por las condiciones en que nos
encontrábamos, con una melodía que provenía de los ronquidos de la profesora
Matilde. Después, Isabel me miró preguntándome si creía que esto era amor,
prometiéndonos ambos averiguarlo juntos. Finalmente, mi abuela me dijo, eso te corresponde
averiguarlo, que en una historia no existe un mejor inicio y final sin escribir
la palabra “amor”.
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